Burrus!
El bar Sincopa, de la calle Avinyó, 23, de Barcelona tiene el mérito de contratar a los más estúpidos y bordes como camareros.
Y no hace falta que me digan que no vaya, puesto que no pienso volver a hacerlo nunca más, o como mínimo, no a consumir nada allí.
Pues resulta que después de consumir dos cervezas, cada una de ellas al increíble precio de 2,25 euros, pido que me cambien un billete de 5 euros para comprar tabaco en la máquina y me dice la camarera que no tienen monedas -mira, sólo tengo una-. Y a mi, más que su falta de amabilidad, lo que me molesta es que me tomen por memo. Porque si acabo de pagar hace un minuto una cerveza con 3 euros (una moneda de 1 y otra de 2), o bien se está riendo en mi cara, o bien es una gilipollas.
Otro caso fue en marzo (la última vez que había ido allí) y nos querían cobrar 5 euros por un anís del mono. Y el camarero, no contento con su exhibición de prepotencia, se lanzó a demostrar también su ignorancia sobre las costumbres del país, al querer añadir coca-cola al anís, porque así demostraba que el anís tenía que costar el mismo dinero que el whisky. ¡Premio al campeón de la estupidez! Y el muchacho no atendía a razones, demostrando que no hay más tonto que el que no quiere aprender.
Total, que de dos veces van dos en que me tratan mal en ese bar. Yo no vuelvo a gastarme allí ni un céntimo, porque encima que van vestidos todos de manuchaos, que vergüenza debería darles a su edad, encima bordes.
Al final, me cambiaron el billete en otro bar, y encima me pude llevar una postal de La vida es un milagro, del magnífico Emir Kusturica, que la van a estrenar el 21 de enero, y la postal sirve de descuento para de lunes a viernes, y yo voy a tener dos viernes sin trabajo en enero. ¡Estupendo!
Y no hace falta que me digan que no vaya, puesto que no pienso volver a hacerlo nunca más, o como mínimo, no a consumir nada allí.
Pues resulta que después de consumir dos cervezas, cada una de ellas al increíble precio de 2,25 euros, pido que me cambien un billete de 5 euros para comprar tabaco en la máquina y me dice la camarera que no tienen monedas -mira, sólo tengo una-. Y a mi, más que su falta de amabilidad, lo que me molesta es que me tomen por memo. Porque si acabo de pagar hace un minuto una cerveza con 3 euros (una moneda de 1 y otra de 2), o bien se está riendo en mi cara, o bien es una gilipollas.
Otro caso fue en marzo (la última vez que había ido allí) y nos querían cobrar 5 euros por un anís del mono. Y el camarero, no contento con su exhibición de prepotencia, se lanzó a demostrar también su ignorancia sobre las costumbres del país, al querer añadir coca-cola al anís, porque así demostraba que el anís tenía que costar el mismo dinero que el whisky. ¡Premio al campeón de la estupidez! Y el muchacho no atendía a razones, demostrando que no hay más tonto que el que no quiere aprender.
Total, que de dos veces van dos en que me tratan mal en ese bar. Yo no vuelvo a gastarme allí ni un céntimo, porque encima que van vestidos todos de manuchaos, que vergüenza debería darles a su edad, encima bordes.
Al final, me cambiaron el billete en otro bar, y encima me pude llevar una postal de La vida es un milagro, del magnífico Emir Kusturica, que la van a estrenar el 21 de enero, y la postal sirve de descuento para de lunes a viernes, y yo voy a tener dos viernes sin trabajo en enero. ¡Estupendo!
2 comentarios
ferran -
marcos -
HEROES
Sorprender a la esposa por la noche
con el amante, y no querer matarlos:
Gonzalez, dependiente.
contemplar como el sol incendia el valle y lo renueva, y no gritarlo a todos:
Escamillo, yuntero.
Partir el pan delante de los hijos y comerse el pedazo más pequeño:
Redondo, papelista.
Cada dia rozar la paz, el lujo, y no escapar a Suiza:
Zulategui, cajero.
Dar la vuelta al podrido y triste mundo, sonreir a los astros, y volver:
Gagarin, hombre solo.
MANUEL MANTERO