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Yuri Gagarin es nuestro amigo

El gulag de Via Laietana

Münster, 6 de marzo de 1534

Tras la alegría de la revolución de los humildes llega el terror. Uno que siempre quiere ir de más listo se imagina, una metáfora sobre el estalinismo. Hasta cogen a unos de los revolucionarios sinceros y humildes y lo arrestan y lo asesinan por dudar. El líder, él siempre tiene la razón, la palabra de los humildes por boca del que no pega un palo al agua. ¿Pura coindicencia? Pues sí, me voy a leer la historia real, no la novelada. Y es la misma. Nada de metáfora. Peor para mí, ¿las emancipaciones siempre se tienen que ensuciar con gulags?

Ahí están, hablando en nombre de lo que no son, y algunos ni fueron, inconscientes de que entre las debilidades humanas está el egoísmo, el suyo propio también. Dirigentes sindicales con un pasado de lucha y 20 años de despachos. Los jóvenes
ni eso, de la universidad a la nómina del sindicato. ¿Cuántos trabajadores hay en las direcciones de las organizaciones de los trabajadores? Lula, un obrero metalúrgico, ¿cuánto hace ya? Defienden sus puestos de trabajo, los suyos. Se reúnen en horario de oficina. Ellos son nuestros representantes. Y la verdad, tenemos los representantes que nos merecemos, o quizás no. Quizás nos han ahogado en sus miserias humanas. Nos han robado el sueño de conquistar el cielo, a cambio de un compadreo con gobernantes y empresarios y un horario de oficina, pero sin jefe, un horario sin horas. La conciencia de clase encerrada en una base de datos de Microsoft Access, y la historia que quiere ser presente queda desterrada al anacronismo. ¿Somos la representación de la relatividad del tiempo? Compromiso con el país, compromiso con la economía, compromiso con la multinacional, un coche nuevo, un local sindical de 150m2, más horas, más liberados, y por último el compromiso con su indignidad.

¿A dónde te crees que te vas a llegar con tu dignidad, querido autor?

Organizaciones de izquierda, partidos y sindicatos, podridos y hediondos. Ya no se os ve ni en el horizonte, ya no nos pertenecéis, ya no nos interesáis. Nos habéis dejado y a cambio nos habéis dado la televisión por satélite. Por mi parte, os la podéis meter en el culo. Yo soy un anacronismo. Os podéis dejar la piel en vuestros congresos en días laborables defendiendo un espacio de tu corriente o sensibilidad. ¿La sensibilidad de quién? La sensibilidad de no perder un buen puesto de trabajo, digo, un puesto de responsabilidad en el partido, en el sindicato.

Será el hambre, hoy no he podido comer todavía. He llegado tarde a la empresa y el comedor ya estaba cerrado. Los compañeros de un hombre en coma irreversible cortaban el único acceso posible a la ratonera (Polígono Industrial Pratenc). Comenta un trabajador, qué esto lo hagan los chicos de un taller pequeño, y los de la Seat mirando. Comenta otro, ahora los sindicatos lo hacen todo en internet.

Yo voy a comer, qué aproveche.

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Biafra -

Andres Querol = Obispo de Munster